Crean un cable de fibra óptica que opera al 99,7% de la velocidad de la luz

Científicos de la Universidad de Southampton han desarrollado una fibra hueca de cristal fotónico ultrafino que transfiere datos a 73,7 terabits por segundo.

En la búsqueda de un Internet cada vez más rápido que pueda soportar altas cargas de usuarios y contenidos más exigentes, un equipo de científicos de la Universidad de Southampton ha conseguido desarrollar un cable de fibra óptica capaz de transferir datos a un ratio equivalente al 99,7% de la velocidad de la luz.

¿Y cuál es la velocidad del la luz? En vacío ronda casi 300 los millones de metros por segundo. Pero en cualquier otro medio, como en los tradicionales cables de fibra óptica diseñados a base de cristal de silicio, esta velocidad es mucho más discreta. En este último caso se calcula que llega a ralentizarse hasta un 31%.

Partiendo de esta base, los investigadores de este centro inglés decidieron depender menos del vidrio y más del aire, creando una fibra hueca de cristal fotónico ultrafino con la que consiguieron transferir datos a 73,7 terabits por segundo. O, dicho de otro modo, a unos 10 terabytes por segundo, aproximadamente, o a un ratio 1.000 veces más veloz que los enlaces actuales. Y todo ello con una latencia mucho más baja.

Ésta no es ni mucho menos la primera vez que la comunidad científica intenta fabricar redes de fibra óptica compuestas en su gran mayoría de aire, pero sí que nos encontramos ante un estudio pionero a la hora de resolver la dificultad de cómo sortear las esquinas en dicho entramado.

Los cables de fibra óptica que están extendidos a día de hoy, compuestos por vidrio o plástico, cuentan con un índice de refracción que provoca que la luz rebote en su interior y recorra largas distancias, mientras que al entrar el aire en la ecuación se producen interferencias que limitan el ancho de banda total.

Para superar este problema, la investigación “Towards high-capacity fibre-optic communications at the speed of light in vacuum” plantea el rediseño del núcleo hasta dejar las pérdidas en 3,5 decibelios por kilómetro y elevando el ancho de banda a 160 nanómetros. También se ha echado mano de la multiplexación por división de longitud de onda, una nueva tecnología que parece implicar un tipo de filtrado especial y la transimisión de varias señales portadoras por una única fibra a distintas longitudes, para volver útil más parte de la fibra.